Los últimos telegramas de despido enviados por la editorial Perfil a 21 de sus trabajadores, principalmente vinculados a tareas de fotografía, marcan un nuevo avance hacia la flexibilización laboral de los profesionales del periodismo.
Y en este nuevo ajuste, en principio les toca perder a los fotógrafos y trabajadores de la edición fotográfica, ya que pagan con su despido. Pero cuidado, los periodistas también pierden porque serán (y ya son) ellos los que deben tomar las fotografías. Y como si esto fuera poco, también filmar las entrevistas y editar los videos.
Esta tendencia pretende minimizar costos, haciendo que una sola persona realice el trabajo que deberían hacer tres. Y todo esto por un magro salario o recurriendo a estudiantes que realizan pasantías fuera de la ley.
Las capacidades multimediales y la convergencia que ofrecen las nuevas tecnologías, además de ser una gran oportunidad para informar mejor, se convirtieron en una inapropiada excusa para flexibilizar y empobrecer las condiciones de trabajo.
Como decía en una nota que publiqué en el año 2006, me parece acertado que un periodista pueda "dominar no sólo el oficio de la palabra sino
también el del audio, la fotografía y el video", ya que "complementa la formación de un profesional para ayudarlo a entender y dominar los diferentes procesos de producción que puede comprender su trabajo". Y también es bienvenida la comprensión de cada formato para utilizar el más eficiente en cada una de las informaciones a publicar.
Pero, más allá de comprender los diferentes formatos y la convergencia digital, en esa misma nota advertía que no se podía pensar que una misma persona deba realizar la entrevista, fotografiar al entrevistado, filmarlo y después editar todo. Porque, más allá del aprovechamiento indebido que se hace del trabajador, es evidente que la calidad se resiente. Porque no tienen la misma calidad las fotos o videos que toman los profesionales en esas materías, que las imágenes captadas y editadas por aficionados con buenas voluntades e intenciones. Y las pruebas están a la vista.
Igualmente hay quienes aseguran que un periodista puede hacer todo. Para ejemplo basta con leer a Ricardo Roa, editor general adjunto del diario Clarín, cuando dice "Los periodistas hoy filman, editan imágenes y sonidos y por supuesto escriben, en una convergencia apasionante...".
Y la afirmación de Roa, como uno de los máximos responsables editoriales del diario más grande país, marca una peligrosa tendencia para cualquier otro medio periodístico.
Esa "convergencia apasionante" que ofrecen las características de publicación en la Web, para muchos trabajadores de prensa ya comenzó a convertirse en una "convergencia degradante" de las condiciones de trabajo y de la calidad de la información periodística.
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